Mi curso (al que pertenezco desde 2 grado de la primaria) sufrió ciertos cambios de personal a lo largo de la secundaria, somos poquitos, pero POQUITOS, y mantenemos casi las mismas caras salvo por algún que otro caso de alguien que repitó,, pero que forma rápida se integraron.
Con las chicas compartí mi vida, crecimos juntas. Pasamos de jugar a las barbies y a las mamas, pasando por empezar la secundaria, a casi alcanzar la mayoría de edad.
Como dije antes, crecimos juntas. En este último tiempo logré definirme como persona, tener en claro que quiero y que no, lo que está bien y lo que está mal, que voy a hacer conmigo, mi futuro. Resulta que mis desiciones no fueron las mismas que ellas. Tenemos valores muy distintos, que hacen que choquemos seguido.
En el último año cambié bastante, ya no soy la chica callada que sigue al resto, que le da miedo hacer el ridículo, que le importa lo que la gente piensa de ella, que calla y no se defiende. Ahora soy yo, caradura, aquella que se ríe fuerte con todas sus ganas sin importar lo que la gente piense de ella, vivo mi vida tranquila sabiendo que lo que hago no está mal por el simple hecho de que a los demás no les agrade, defiendo mis ideas, mi punto de vista, no me importa lo que los demás piensen de mi, estoy más contenta conmigo misma. Salgo, bailo, me arreglo para mi, para verme mejor, me divierto.
En esta "tiempo de definición de personalidad" conocí a mucha gente, personas que se que son para toda la vida, que compartimos creencias, valores, amigos en Cristo. Con ellos entablé una verdadera amistad. Se podría decir que fueron motivo de que, tanto el año como el verano pasado, me distancie un poco de las chicas del colegio. Se que el hecho de que halla distintas opiniones no significa que la amistad termine, pero cuando estoy con los chicos del grupo me siento yo misma, siento que son ellos los que realmente me conocen, que las de la escuela tienen una imagen errada de lo que soy yo, que no puedo darme a conocer cómodamente con ellas.
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